Cierto hombre decidió que tenía que buscar al Maestro Perfecto. Leyó muchos libros, visitó sabio tras sabio, escuchó, conversó y observó sus prácticas espirituales, pero siempre acababa dudando o sin estar seguro. Transcurrieron veinte años hasta que encontró a un hombre del que cada palabra y cada acción correspondía a su idea del hombre totalmente realizado. El viajero no perdió el tiempo: "Tú", dijo, "me pareces el Maestro Perfecto. Si lo eres, mi búsqueda ha terminado". "Ciertamente, se me describe con este nombre", replicó el Maestro. "Entonces, te ruego que me aceptes como discípulo." "No puedo hacer eso", contestó el Maestro, "porque mientras que desees el Maestro Perfecto, él, a su vez, requiere sólo al Discípulo Perfecto".
(*)Fuente: De Idries Shah
(*)Fuente: De Idries Shah
Colección: "LA SABIDURÍA DE LOS IDIOTAS"
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