Hay una línea muy sutil entre reprimir nuestras emociones y apagar nuestro sistema reactivo. La restricción crea una lucha momentánea, pero casi inmediatamente hay calma y claridad. Por otro lado, reprimir nuestras emociones crea estrés a largo plazo. Poco a poco, las emociones reprimidas adquieren fuerza. La presión crece y, eventualmente, ¡Explotamos!
Hoy, contacta con tus emociones. ¿Qué estás conteniendo? Permítete sentirlo. Hay algo ahí de lo que puedes aprender.